17 junio 2006

Mas cuentos sufíes


UN HOMBRE MAS DEBIL

Cuando pasaba por delante de un elegante palacete en el centro de Bagdad, Nasrudín se percatçó de que en us interior se estaba celebrando una fiesta. Atraído por el olor de la cabra asada, se metió en la casa pasando por entre los guardias y se sentó a la mesa. Después de la comilona, el anfitrión pidió silencio.
- Amigos – dijo -, os he invitado aquí para celebrar mis últmas y grandes victorias. Como sabéis, he sido el campeón de lucha de esta ciudad durante algún tiempo. Pero ahora, tras haber derrotado a mis competidores en otras ciudad, ¡soy campeón de todo el país!.
Los comensales aclamaron a su anfitrión. Sólo Nasrudín permaneció en silencio, lo que enfureció al luchador:
- ¿No te impresiona que haya pulverizado a mis enemigos y tirado al suelo a los mejores luchadores que esta tierra puede ofrecer? - preguntó.
- Depende – contestó el mulá -. Esos hombres ¿eran más débiles que tú?
- ¡Por supuesto! – se jactó rimbombante el deportista -. Eran tan débiles como moscas… tan insignificantes como las más diminutas hormigas.
- ¿Y qué mérito hay en derrotar a un hombre más débil?

CAMPESINOS Y REYES

Un día, el rey y su partida de caza entraron en una pequeña aldea. Muy excitados por la fortuita visita real, los habitantes se reunieron en la plaza principal para ver al monarca. Después de unos minutos, un campesino ofreció al rey un vaso de agua. El gobernante cogió el recipiente de la mano del hombre harapiento, se bebió el agua de un solo trago y ordenó continuar a su séquito.
- Qué triste es ver tan malos modales” – dijo Nasrudín cabalgando al lado del rey.
- Me sorprendes, mulá – contestó el rey -. Habitualmente defiendes al desvalido.
- Me refiero a vuestro modales, Majestad.
- Mis modales son impecables. ¿Desde cuándo un gran hombre como yo está obligado a agradecer a un campesino un vaso de agua?
- Desde el momento que, sin siervos como él, no habría ningún gran hombre como tú.

FALSAS APARIENCIAS

Cuenta el sufi Mula Nasrudin que cierta vez asistió a una casa de baños pobremente vestido, y lo trataron de regular a mal y ya para salir dejó una moneda de oro de propina.
A la semana siguiente fue ricamente vestido y se desvivieron para atenderlo...y dejó una moneda de cobre, diciendo:
-Esta es la propina por el trato de la semana pasada y la de la semana pasada, por el trato de hoy.

¿PORQUE ESTOY AQUI?

Una noche Mulla Nasrudin caminaba por una calle. La calle estaba solitaria y de repente se dio cuenta de que unos hombres a caballo, una especie de tropa se dirigía hacia él. Su mente comenzó a trabajar. Pensó que podían ser asaltantes, que podían matarle. O que podían ser soldados del rey y que podían llevárselo para que prestara el servicio militar o cualquier otra cosa. Se asustó y cuando los caballos y el ruido que formaban se le acercaron, se puso a correr y entró en un cementerio y para poder esconderse se tumbó en una fosa abierta.
Al ver a aquel hombre corriendo, los jinetes, que eran simples viajantes, se dieron cuenta de lo que había sucedido. Corrieron tras Mulla Nasrudin y se acercaron a la tumba en que estaba. El yacía con los ojos cerrados como si estuviera muerto. «¿Qué te sucede? ¿Por qué te has asustado tanto de repente? ¿Qué pasa?»
Entonces Mulla Nasrudin se dio cuenta de que se había asustado a sí mismo sin motivo. Abrió sus ojos y dijo, «Es algo muy complejo, muy complicado. Si insistís en preguntarme porqué estoy aquí, os lo diré. Estoy aquí por vuestra culpa y vosotros estáis aquí por la mía».