Psicosomatizando...
Hay mujeres que se casan a una edad tardía, en torno a los 40 años, con un deseo imperioso de quedarse embarazadas cuanto antes. Saben que cuentan con poco tiempo de fertilidad y quieren ser madres. Al poco tiempo aparecen todos los síntomas del embarazo: náuseas, falta de regla, aumento del tamaño y turgencia de los pechos, cambio de pigmentación en los pezones y manchas en la cara y, por supuesto, abultamiento del abdomen. El útero, que es un órgano del tamaño de un puño, multiplica varias veces su volumen ocupando la mayor parte del abdomen y llegando a la altura del diafragma. Conforme pasan los meses aparecen contracciones similares a las del parto. Lo sorprendente es que dentro no hay nada, el útero está vacío, la mujer no está embarazada. Es el ejemplo más fascinante para ilustrar la capacidad que tiene el psiquismo para transformar el cuerpo, su fisiología y su anatomía. Es el poder de la mente.
Y si la mente por la fuerza del deseo es capaz de todo eso, ¿cómo no va a ser capaz de producir cambios en el estado de la piel o del pelo? Pero, sobre todo, nuestra mente tiene una fuerza poderosa y que está a nuestro alcance desarrollar, se llama voluntad. Por eso, aunque resulta un tanto exagerado y no pueda aplicarse siempre, sí podemos y debemos confiar más en nuestra voluntad y recordar aquello que alguna vez nos dijeron: querer es poder.