10 octubre 2006

Nuestros Yoes

Va uno al psiquiatra y le dice: "Doctor tengo doble personalidad. No se preocupe póngase cómodo y charlemos los cuatro". Ya sé que es un chiste muy antiguo pero viene a cuento, porque hoy quiero hablaros de un modelo interesante en Psicología conocido como la 'Ventana de Johari' que puede ayudarnos a conocernos mejor. Aunque de entrada parezca que va a complicarlo todo, porque señala la existencia, no de uno, sino de cuatro yoes: el yo abierto, el yo oculto, el yo ciego y el yo desconocido. Obviamente lo de los cuatro yoes es un artilugio pedagógico, hay un solo yo pero tiene cuatro sectores.
El yo abierto lo constituye todo aquello que yo conozco de mí y lo muestro a los demás. Se llama también yo conocido, porque es el único de los cuatro sectores que es conocido tanto por mí como por los otros. Es lo que mostramos sin esfuerzo y los demás captan sin dificultad. El yo abierto suele estar conformado por rasgos superficiales, más o menos convencionales, pero en todo caso nada conflictivos para mí. Muestro sólo lo que quiero mostrar.
El yo oculto lo conforma todo aquello que yo conozco de mí pero que oculto a los demás. Es el sector del yo que es conocido por mí y desconocido por los demás. Pertenece a él todo lo que soy consciente de tener pero que no quiero que los demás descubran. Mark Twain decía que cada hombre es una luna con una cara oculta que nunca muestra a nadie. Si me atrevo a abrirlo es sólo con personas muy íntimas y si lo hago terminaré llorando, algo tiene este yo que es como una cebolla. A él pertenecen los sentimientos más íntimos, los gustos más ocultos, los deseos inconfesables, las vivencias más traumáticas. Hay personas que se sienten transparentes, creyendo que los demás ven lo oculto.
El yo ciego, ciego porque no me veo pero me ven, se llama también desconcertante, porque está constituido por lo que yo no sé de mí y los demás sí conocen. Es el sector del yo desconocido para mí y conocido para los demás. ¿Desconcertante, verdad? Algo de mí, no conocido por mí y conocido por los otros, ¿qué será? Y aún queda otro yo, el cuarto, que más que desconcertante es enigmático: el yo desconocido. Desconocido para mí y desconocido para los demás, y sin embargo es una parte de mi yo que influye decisivamente en mi vida y en mi comportamiento. De ambos hablaremos otro día.

5 Comments:

Anonymous Anónimo Escribió³...

Estoy completamente de acuerdo con este artículo.

En realidad yo siempre he pensado que la vida es un teatro, nosotros somos los actores y todos los días hay función.

Las personas no nos comportamos con todas de la misma forma y por tanto a cada una de ellas les enseñamos una manera de ser, uno de nuestros "papeles". Por eso muchas veces nos extrañamos de la conducta de alguien. Nos decimos que a nosotros no se nos había enseñado esa "cara" de la persona y nos parece increíble que esa persona de la que nos hablan haya sido con nosotros de otra manera muy distinta. Cuando sucede por ejemplo algún episodio de malos tratos, algunos comentan que era una bella persona, correcta, amable y que no creían capaz de hacer semejante fechoría. Sin embargo, ahí esta. Y como este caso, sin ser tan dramátcio hay mil.

Yo creo que una cosa es lo que somos, otra lo que pensamos que somos, otra lo que parecemos, otra lo que los demás piensan y por tanto, ante tanta complejidad, yo me pregunto si es posible conocernos a nosotros mismos y a los demás?

11:05 a. m.  
Anonymous Anónimo Escribió³...

Me parece muy interesante este tema, pues sin duda el ser consciente de estos cuatro yoes de los que tus nos hablas hoy, nos ayudará, seguramente, a no tener un amor desmesurado hacia nosotros mismos, a no caer en el narcisismo y si es posible a trascender el Yo. El yo abierto es sin duda una imagen reducida de nosotros mismos, una imagen de lo que nos gustaría ser, e incluso la que nos motiva a perfeccionarnos, ocultando, o reprimiendo las tendencias e impulsos que no nos gustan de nosotros mismos, lo que tú llamas el yo oculto. Ahora bien, no por intentar negar estas tendencias, desaparecen y, a los mejor para intentar librarnos de ellas se las atribuimos a los otros, como si nada tuvieran que ver con nosotros. De ese modo, los errores que podían ser perfectamente nuestros, se lo adjudicamos a los demás, creyendo que de eso modo nos libramos de ellas. Por eso no dijo Jesús “El que este libre de pecado, que tire la primera piedra”. Porque la imagen que nos hemos dejado de nosotros mismos, el yo abierto, del que tu nos hablas, ha quedado reducido a lo que nos gusta. Y todas las tendencias que no nos gustan, las escondemos y hasta olvidamos que nos pertenecen pero quedan almacenadas en el yo oculto. Con lo cual establecemos una demarcación entre el yo abierto y el yo oculto.
En una ocasión me hicieron un Tes, en el que me pedían elegir tres animales que me gustaría ser, por orden de preferencia, explicando los motivos. El primero que elegí, fue la gaviota, porque puede volar y resulta mucho más bella cuando vuela. El segundo que elegí, fue el delfín, porque es alegre y toma la vida como un juego. El tercero, el perro, porque es un amigo fiel, es noble. El resultado fue el siguiente. Las cualidades que veía yo en la gaviota era la que yo creía ver en mi. Las cualidades que veía en el delfín, eran las cualidades que veían los demás en mi. Y, por último las cualidades que yo veía en el perro, eran las cualidades que de verdad me pertenecían. Me gusto mucho aquella prueba.

12:00 p. m.  
Anonymous Anónimo Escribió³...

Efectivamente la "Ventana de Johari" es un modelo de autoconocimiento que presupone la coexistencia de cuatro yoes integrados, consciente e inconscientemente, en una persona, mejor dicho en su psiquismo (porque quizás la persona sea más que su psiquismo). Es un planteamiento pedagógico, como explica el Dr. Prakash, sencillo, pero que, como todo lo sencillo, puede ser de gran profundidad y utilidad; aunque sea muy discutido por defensores de otras teorías (toda teoría puede ser discutida por otra, incluso esta que acabo de enunciar).

Pero ¿y el yo evolutivo?, ¿dónde está?. Suponiendo que cada uno de esos cuatro yoes son algo diferenciado ¿qué pasa con éllos según vamos viviendo?. Porque no somos un ente estático. El mayor conocimiento que algunas personas van adquiriendo de esos cuatro yoes, en sí mismos y en los demás, va modificándolos contínuamente ¿y entonces?.......pues nos encontramos con la teoría de los "infinitos yoes" que propugna el gnosticismo actual.

Es cierto que los seres humanos parecemos tener estructuras de comportamiento estables en aspectos importantes pero hay estudiosos, como el Catedrático de Psiquiatría Vallejo Ruiloba que se preguntan si existe éso que llamamos personalidad (cito textual por si alguien quiere la referencia bibliográfica), la personalidad esas aparentes estructuras de nuestro comportamiento estables.

Así que Belen, estoy de acuerdo contigo; es muy difícil conocer a una persona; creo que un Psiquiatra, un Novelista, un Cura, una Prostituta, un Comerciante, un Bancario (todas las personas que se relacionan con muchas otras y son observadoras) pueden conocer muy determinados aspectos de una persona en un momento o periodo dado de su vida, pero para conocer a una persona habría que saber lo que es una persona y éso no lo sabemos nadie, creo yo, y tendríamos que no ser personas porque lo observado se modifica por el observador.

Todo lo anterior no obsta para que determinados aspectos del comportamiento de las personas no sean bastante cognoscibles y predecibles (si uno es un claustrofóbico ya sabemos lo que le va a pasar cuando se meta en un ascensor) y por tanto "tratables" desde la Psicología y la Psiquiatría, pero poco más. Nadie de las profesiones "Psi" se puede arrogar el conocimiento de las personas, quizás sí de algunas de sus características (muy pocas) o de sus enfermedades mentales....un problema es que, más veces de lo conveniente, por acción u omisón, lo hacemos y entonces idenficados con "nuestro yo sabihondo" vamos de dioses ante los que son más débiles que nosotros, pero el "yo sabihondo"
llega a engordarse tanto, como no tengamos cuidado, que "no cabrá en su propia cabeza". Abrazos. Ángel

1:26 p. m.  
Anonymous Anónimo Escribió³...

Con tantos yoes, no se lo que puede pasar cuando uno se vaya a la cama, alguno puede que acabe cayéndose de ella…
¡ah, al yo ciego también se le denomina oculto!

1:38 p. m.  
Anonymous Anónimo Escribió³...

Yo ciego: no verse pero los demás sí, también me parece desconcertante, como si los demás tuvieran algo de mi propiedad, no es agradable descubrir que los demás ven de tí pero tu no.
Yo oculto: porque así lo quiero. Sentirse transparente es ver en los demás un poder de saber e incluso de manejar por mucho que lo ocultes. Es enfermizo

1:49 p. m.  

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