26 agosto 2006

La Muerte - III parte

Decíamos el otro día, o sea que seguimos vivos, que hay gente que teme a la nada, a dejar de ser; y los hay también que temen a la eternidad manteniéndose en su identidad. Eran los casos de Unamuno y Borges, respectivamente. Racionalmente estoy entre ambos más cerca del segundo. Woody Allen con humor, ¡qué necesario es siempre el humor y en un tema así aún más!, compartía la postura borgiana y desde su perspectiva cinematográfica, como si de una película se tratara, decía que no le convencía mucho lo de la eternidad porque la eternidad se tenía que hacer muy larga, sobre todo hacia el final.

Pero sigamos con los temores. Hay gente que teme a la muerte porque teme tener que dar cuentas a Dios. No quisiera parecer impío, pero sé que Dios debe tener mucho sentido del humor y sabrá disculparme por lo que voy a decir: yo creo que antes que dar cuentas nosotros a Dios de lo que hemos hecho aquí abajo, tendrá primero que darnos cuenta Él a nosotros de por qué y para qué nos puso aquí, porque hay que reconocer que no se nos han dado muchas explicaciones y andamos un poco perdidos en la existencia, elucubrando siempre sobre el de dónde venimos, a dónde vamos y quiénes somos. Alguno, de nuevo con mucho humor, decía contestando a esas grandes preguntas fundamentales: "Por lo que a mí respecta, yo soy yo, vengo de mi casa y regreso a ella".

Pero en todo caso, tener que dar cuentas a Dios por lo que he hecho aquí abajo no me produce temor alguno. Si realmente existiera un Dios al que hubiera que dar cuentas, sería, seguro estoy, alguien infinitamente mejor que yo e infinitamente mejor que el mejor de los hombres sobre la tierra. Y si uno ha hecho lo que buenamente ha podido y sabe que ha de rendir cuentas ante el mejor de los jefes, ¿qué problema hay? Ya oigo a algunos decir aquello de Dios en infinitamente justo. A lo que respondo que también es infinitamente compasivo y misericordioso. Y el amor y el perdón son valores absolutos y por lo tanto superiores a la justicia.

La muerte a destiempo es temible por trágica e injusta. De la muerte a tiempo nada temo. No temo a la absurda e imposible nada, tampoco al severo e improbable Juicio a lo Torquemada. De la muerte a tiempo sólo cabe temer el dolor previo, y el dolor "si gravis, brevis; si longus, levis".

19 agosto 2006

La Muerte - II parte

No me he muerto y por eso tengo la alegría de seguir escribiendo el blog. Quiero seguir hablando de la muerte, pero no lo haré sólo desde una perspectiva más o menos filosófica, sino también personal. Sé de la muerte porque en mi vida estuvo presente alguna vez: la muerte de mis abuelos, la de mi mejor amigo en accidente de tráfico y la de otras personas mayores queridas. Y eso sin contar las dos ocasiones que he sobrevivido a situaciones casi mortales.

Para mí, hay una muerte a tiempo y otra a destiempo. La muerte a tiempo es la que llega cuando se es anciano, no es sorpresiva, es una visita inevitable largamente esperada. A veces llega, incluso, oportunamente porque se anda lleno de enfermedades, de sufrimiento... y cuando la cuerda está muy tensa lo que quiere es romperse. La muerte a destiempo es otra cosa, es un zarpazo atroz que conmociona todo el ser. Confieso que esa muerte en el esplendor me destroza, me traumatiza, me conflictúa y difícilmente la asumo. Pero la muerte puede ser bella. La más bella es la que llega a tiempo, la muerte vivida de forma lúcida y serena, rodeado de las personas amadas. ¡Qué maravilla, poder morir así! ¡Ojalá que muramos así! ¿Qué temor puede haber en morir así?

Hay personas sin embargo que temen a la muerte porque no quieren dejar de ser quienes son. Se agarran a la fe como a un clavo ardiendo, tienen pánico a la nada. Ese era el caso de Unamuno que prefería el más terrible de los infiernos a la nada. Es mejor vivir en el dolor que dejar de ser en paz, decía don Miguel. Espero que no hayáis muchos de estos entre los lectores del web, porque en poco podré ayudaros. No puedo concebir la nada y sólo se me ocurre ofreceros las palabras de la Baghavad Gita (la Biblia de los hindúes) que quizás os consuelen: Lo que existe no puede dejar de existir ni lo que no existe puede llegar a existir. Que es idéntico al principio de la Física actual: La energía no se crea ni se destruye, simplemente se transforma. Y si lo que temes es perder tu identidad, tu yo, tu memoria, tampoco puedo ayudarte porque me parecieron muy sabias las palabras de Borges cuando decía que lo terrible para él era la eternidad en su individualidad porque Borges está cansado de Borges.

18 agosto 2006

La Muerte


Llevo 42 escritos en este webblog, un blog que trata sobre la vida y sus circunstancias. Curiosamente aún no he hablado de algo esencial a la vida que es la muerte. La muerte está ligada a la vida, como la luz a la oscuridad ¡Qué difícil nos resulta pensar en la muerte sin la vida, tan difícil como pensar en la luz sin la oscuridad! Vida y muerte son cara y cruz de la misma moneda. Toda sabiduría se refiere en última instancia a saber vivir y por lo tanto, dado que vida y muerte van inseparablemente unidas, también a saber morir. Filosofar, decía Montaigne, parafraseando a los clásicos, no es otra cosa que aprender a morir, o lo que es lo mismo, aprender a vivir sin miedo a la muerte.

La muerte suele ser para la inmensa mayoría de nosotros una presente ausente. Es decir, algo que está continuamente presente en nuestras vidas -en los telediarios, en las películas, en los periódicos, en la radio- y sin embargo está ausente de nuestro pensar. Incluso cuando asistimos a algunos entierros, en los que el finado es familiar de algún amigo, la muerte —presente allí a gritos- la mantenemos ausente en nosotros. Vivimos ajenos a ella, a pesar de lo cercana que está. Hay un proverbio tibetano que dice: "Mañana o la próxima vida; nunca se sabe que llegará primero". Es así, para morir sólo hace falta una cosa, imagínatela... Da igual lo mayor que seas, por muy anciano que uno sea siempre podrá vivir un día más, y por muy joven que seas no puedes garantizar que amanezca mañana para ti; da igual también la salud que se tenga, hay muertes súbitas en niños sanos y en atletas extraordinarios, hay accidentes, atentados y terremotos que surgen siempre sin aviso; da igual lo feliz que te encuentres o lo seguro que te halles, la muerte puede llegar a cualquiera y en cualquier momento (el dramaturgo griego Esquilo murió por el golpe en la cabeza de una enorme tortuga que le cayó del cielo soltada por un águila); para morir sólo hace falta estar vivo.

No pensamos en la muerte y ni siquiera la nombramos, y si la nombran decimos aquello de "lagarto, lagarto". Lo que nos pasa es que tenemos una fobia, concretamente una tanatofobia. El método avestruz nunca fue un buen método y es el que practicamos. A los miedos, lo sabemos bien los profesionales, se les combate enfrentándonos a él y se les hace crecer evitándolos. Así pues, pensemos en la muerte y tengámosla presente. Pensar en ella ayuda, además, a gozar del presente. Si llego a mañana seguiremos hablando de la muerte.
Citas Citables
  • La muerte para los jóvenes es naufragio y para los viejos es llegar a puerto.
    Baltasar Gracián
  • Como un mar, alrededor de la soleada isla de la vida, la muerte canta noche y día su canción sin fin. Rabindranath Tagore
  • La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos. Antonio Machado

08 agosto 2006

Citas Citables

Algunos me decís que hago demasiadas citas. Es cierto, soy un inseguro pedante y por ello me apoyo tanto en las sentencias. Pero también es cierto que muchas de ellas dicen en pocas palabras más que los largos discursos. Así que para demostraros que lleváis razón, ahí va una de citas.
Nada hay mío en lo que sigue, excepto la recopilación. No citaré al autor, a personas tan sabias no les importará: importa el contenido no la firma. Si al leerlas las haces tuyas, tuyas son. Y léelas despacio, como beben las gallinas:

  • "Cuando veas a un hombre bueno, imítalo; cuando veas a un hombre malo, examina tu corazón".
  • "Vale mas actuar exponiéndose a arrepentirse de ello que arrepentirse de no haber hecho nada".
  • "Si exagerásemos nuestras alegrías como hacemos con nuestras penas, nuestros problemas perderían su importancia".
  • "El esclavo sólo tiene un dueño; el ambicioso, tantos como personas le puedan ser útiles a su fortuna".
  • "Si das pescado a un hombre hambriento le nutres durante el día, si le enseñas a pescar, le nutrirás toda la vida".
  • "Si amaneces en la mañana y al mediodía conoces la verdad, a la tarde puedes morir en paz".
  • "Todo lo que no es dado, es perdido".
  • "En una bandada de blancas palomas, un cuervo negro añade un aumento de belleza como no lo haría el candor de un cisne".
  • "Quien hace el bien desinteresadamente, siempre es pagado con usura".
  • "Quien no ha caído nunca no tiene una idea exacta del esfuerzo que hay que hacer para tenerse en pie".
  • "La mas larga caminata, siempre se inicia con un primer paso".
  • "El hombre no revela mejor su carácter que cuando describe el carácter de otro".
  • "El cobarde sólo amenaza cuando está a salvo".
  • "Un egoísta es aquel sujeto que se empeña en hablarte de sí mismo cuando tú estás muriéndote de ganas por hablarte de ti".
  • "Consulta el ojo de tu enemigo, porque es el primero que ve tus defectos".
  • "El éxito es fruto de la práctica".
  • "El mejor consejo lo da la experiencia, pero siempre llega demasiado tarde".
  • "Si lloras porque has perdido el sol, entonces las lagrimas no te dejaran ver las estrellas".
  • "Hay gente tan llena de sentido común que no le queda el más pequeño rincón para el sentido propio".
  • "El saber no ocupa lugar".

Dedicado a mi buen amigo, filósofo e interprete de la vida, Adan Prieto, que siempre me delata con alguna intención paradójica, irónica, paródica o enfática más o menos oculta pero cargado de sabiduría y buena intención.

07 agosto 2006

Rumbo al Norte

Dicen los expertos que una de las condiciones para la madurez psicológica es tener un proyecto de vida estable. Una vida sana, hemos dicho muchas veces, se sustenta en una temporalidad de presente, pero, al mismo tiempo, ha de apuntar hacia el futuro, hacia una meta, hacia un horizonte, aunque éste sea en última instancia siempre inalcanzable.

Tener un proyecto de vida significa asumir responsabilidades, implicarse, comprometerse. Es lo contrario a tener la cabeza llena de pajaritos, de planes fantasiosos e irrealizables. En lo del compromiso podemos establecer grados, diferencias cuantitativas. Un amigo mío y compañero, al que le gusta poner toda la carne en el asador, establece con humor la diferencia entre estar implicado y comprometido: En un plato de huevos fritos la gallina está implicada, mientras que en un plato de jamón y chorizo el cerdo está comprometido. Gabriel Celaya, el poeta, manifestaba la misma idea cuando decía que había que implicarse y más que implicarse, comprometerse, mojarse y más que mojarse había que mancharse.

La persona que carece de proyecto alguno se siente perdida y desubicada. Como un velero en medio del océano, sin rumbo fijo, sin cuaderno de bitácora y sin timón. Hay que fijarse un destino, una dirección, de nada sirve ir rápido o lento, lo prioritario es estar en la dirección correcta. Después desplegaremos el velamen que es la voluntad para que el viento, que es nuestra fuerza, nos empuje. Hay que fijarse un Norte, un destino al que llegar, pero probablemente convenga mirar de vez en cuando por el espejo retrovisor, no olvidar el pasado. La experiencia previa también es importante y conviene saber de dónde venimos. Hay una imagen que no me resisto a plasmar, la de aquellos extraños pájaros borgianos que volaban hacia adelante pero como si nadaran de espaldas porque no querían perder de vista el lugar desde el que partieron.

El proyecto de vida debe favorecer el desarrollo de nuestro ser, facilitar nuestro crecimiento como personas, hacernos mejores. Una vida así es como una vela encendida que mientras se va gastando va llevando a cabo su fin que es dar luz y calor a los que alumbra, una vela que mientras se va consumiendo se va consumando.
Citas Citables
  • El optimista tiene siempre un proyecto; el pesimista, una excusa. Prakash
  • Vivimos bajo el mismo techo, pero ninguno tenemos el mismo horizonte. Konrad Adenauer

03 agosto 2006

El arte de aburrirse

A menudo nos sentimos invadidos por una extraña sensación de vacío que nombramos aburrimiento. Parece que no sabemos qué hacer, no encontramos satisfacción con nada y se nos ocurre que el tiempo pasa demasiado deprisa sin haber tenido "tiempo" de aprovecharlo. Es como sí sintiéramos que no tenemos derecho a desocuparnos y disfrutar por ello. Es como sí estuviéramos abocados al trabajo continuo, a la necesidad de justificar el tiempo empleado.

Pero los momentos son únicos e irrepetibles y con esa actitud negativa simplemente estamos desaprovechando nuestro momento especial. El simple hecho de estar sentados sin hacer nada ya tiene que ser divertido porque es una decisión nuestra y hemos de gozar con ello.
Vivimos en un mundo repleto de ansiedad y estrés y el desfile continuo de personajes ocupándose en algo nos hace sentir infelices o aburridos cuando no lo hacemos. Al mismo tiempo cuando tenemos que hacer demasiadas veces lo mismo llega un punto de saturación en el que nuestra mente grita: ¡Basta! ¡Qué locura de mundo si no sabemos muchas veces lo que queremos!
Quizás este mensaje parezca la disertación del aburrido pero muchas veces puedo sentir el poder de esa palabra en mi interior. Intento disfrutar con el "nada que hacer" pero pronto la situación distendida se hace insostenible y sin pensar dos veces el sentimiento que me embarga lo hago explotar causando dolor en aquel que he hecho cómplice de mi actitud.
Nuestra sociedad nos ha entretenido con numerosas actividades de ocio como si el simple contacto con uno mismo no fuera fuente suficiente de placer y aún sabiendo que así es, a menudo lo olvidamos y nos dejamos contagiar por ese displacer o aburrimiento.
Hay gente que ya nace aburrida porque se siente molesta consigo misma y eso provoca continua irritación que se traduce en un sentirse aburrido. Otros están tan acostumbrados al ocio continuado que cuando un día no hay nada que hacer se sienten perdidos. Recuerdo una vez a una señora que me contó que después de 20 años casada con padres siempre en la casa y con las niñas siempre con ellos ese fin de semana que se acercaba era el primero que estarían por fin solos ella y su pareja. La emoción que sentía era de temor por esa nueva experiencia. El siguiente contacto reveló que experimentaron aburrimiento.
Necesitamos distracciones ociosas para sentirnos satisfechos porque vivimos en una sociedad que ha absorbido nuestras mentes juiciosas en continuos mensajes de actividades de salida.
"Tú me dijiste una vez que te habías trasladado a una casa mayor para poder disponer de más espacio porque si ya tenías eso no necesitaríamos pasar los fines de semana fuera.. ". Pero a pesar del mayor espacio el agobio aparece y sólo un buen análisis interior dará respuestas a ese aburrimiento.
Y los sábados como "borregos" los humanos nos juntamos en el centro comercial que más cerca nos quede para probablemente ocupar nuestras mentes en mirar escaparates y fieles a nuestra compulsividad, jugar a ver quién compra más. Mientras, en el mundo se desatan guerras y desastres pero nosotros, con la excusa del aburrimiento, nos mantenemos alejados de la ansiedad que desata pensar en todo ello. ¿Tan superficiales nos hemos vuelto que no nos damos cuenta de que el Universo sobre el que vivimos se está quejando de nuestra nefasta evolución tecnológica? Y la gente se preocupa de sus depresiones, su aburrimiento, su estrés... cuando somos nosotros y cada uno de nosotros los responsables de estar acabando así.
Mi hermana a veces me dice que está aburrida y mi contestación es: ¿con 15 años te sientes aburrida cuando no te falta de nada? Hasta dónde hemos llegado, cuanto más tienen menos valoran. Seguro que aquellos pobres niños del Tercer Mundo no tienen tiempo de pensar en el aburrimiento entre la sensación de hambre y de dolor, muy al contrario, exprimen la felicidad al máximo porque no se han sentido saturados con la sociedad de consumo que hemos creado y que nos conducirá a nuestro propio final.