Trabajar II Parte
La persona, además, ha de sentirse útil y no utilizada, es decir, que realiza una función necesaria para el conjunto de la sociedad y no explotada para el beneficio exclusivo de un sujeto. En países como el nuestro, los trabajadores están amparados por leyes que establecen derechos y deberes. Hemos avanzado mucho para superar la esclavitud, los malos tratos y la explotación inhumana, pero los nuevos tiempos traen nuevas formas de utilización indigna, mucho más sofisticadas y a la vez convincentes. El acoso laboral o mobbing está de actualidad. Y las personas que lo sufren, como ha puesto de manifiesto "A" en el ultimo comentario, aguantan lo indecible porque temen que llegue otro fantasma, el paro. Por cierto, la situación de paro es una de las que más psicopatología produce. Suelo decirles a los que la padecen que aunque estén en paro no se paren, que se mantengan activos, que lleven a cabo su propia terapia ocupacional.
Y hablando de ocupaciones, hay un trabajo del que nunca hablamos cuando hablamos de trabajo. Un trabajo lleno de ocupación, que rebosa utilidad, que está repleto de sentido. No encuentro trabajo más digno porque realizarlo es ejercitar la entrega, la generosidad y el amor hacia los más cercanos. Es el trabajo que hace mi madre. al que se le llamaba 'sus labores' y hoy 'ama de casa'. Tiene muy mala prensa, no es reconocido por la inmensa mayoría de los hombres y tampoco por muchas mujeres que lo consideran un trabajo de segunda división. A mí, sin embargo, me parece maravilloso si es elegido libremente. Creo que mis hermanos y yo tenemos mucha suerte porque alguien como mi madre, que es a la vez limpiadora, cocinera, administradora, gestora, educadora y mucho más, cuída para que no nos falte de nada, hace que todo esté lleno de luz y crea cada día nuestro hogar... Pero eso no es trabajo, dirá alguno, porque es gratuito y no está remunerado. Pues no lo será, pero es tan valioso como mi trabajo.
5 Comments:
Cuanto me alegro que hable del tema del trabajo y lo plasme con su sensibilidad que tanto le caracteriza, Dr. Prakash. Muchos se llevaron las manos a la cabeza cuando decidí cometer la locura de aparcar mi puesto de analista-programadora y dedicarme a la gestión empresarial. Monté mi propia empresa, contando con pocos recursos económicos pero con un enorme espíritu de lucha y ganas de salir adelante. Mi empresa lleva 20 años funcionando con unos beneficios que espero verlos reflejados en la sociedad antes que me jubile. Mi puesto de gerente exige horas y horas de trabajo y dedicación. Al principio, me costó un poco cambiar la informática por la restauración gastronómica, los bits por los biberones, la programación estructurada por la organización de una casa, el disco duro por los pañales, etc. Pero, poco a poco, le fui cogiendo el truquillo a la cosa. Sí, mi empresa se llama Familia. Tengo la suerte de tener a un buen socio, que como usted, valora el puesto que ocupo y el cargo que desempeño. Mis pequeños trabajadores no hacen parte de ese grupo de chicos que han tenido todo lo que querían, pero con esfuerzo van subiendo peldaños y alcanzando poco a poco las metas que se proponen. Aunque siento que el papel que desempeño en la sociedad no está bien visto por mucha gente, me siento afortunada y feliz y, si bien no me sobra mucho tiempo, aun reservo alguna que otra horita para la lectura, las manualidades y el voluntariado robando sonrisas a niños hospitalizados y ancianos que están solos. El dinero es importante pero, muchas veces por querer ganar tanto, obstaculizamos los caminos que nos llevan a ser verdaderamente felices. Hoy vivo con menos lujos pero, me siento más rica!!!
Estos blogs me están ayudando en muchos sentidos. Y se está empezando a tratar un tema que me afecta especialmente. Es por eso que pido que, si se presenta la ocasión (y me parece que es ahora) se traten dos temas: Uno, elogio del trabajo de ama de casa, para mí el más hermoso y útil sobre todo cuando los hijos son pequeños, y tienen su caracter en formación. Mi primer hijo tuvo la suerte de tener a su madre a tiempo completo hasta los 2 años. Mi segunda hija entró en la guardería de 8 a 5 a los 4 meses. Los dos son como la noche y el día, y no puedo dejar de achacar gran parte de las diferencias a este hecho. Lo peor es que mi hija podría haber tenido la misma suerte si su madre no considerase el trabajo de ama de casa como una humillación.
Segundo tema: El trabajo como refugio. No sé muy bien como explicarlo, así que pondré un ejemplo: El de mi esposa. Vive obsesionada por trabajar en cualquier cosa, en cualquier condición. Ha sufrido siempre de una falta de autoestima que he sido incapaz de curar. Tengo la impresión de que lo único que le hace sentirse útil es el trabajo remunerado por la inmediatez de la asociación trabajo / valía, y eso explica que acepte trabajar en condiciones absolutamente penosas, sin que se plantee jamás el buscar algo mejor. Y lo que es peor, condicionando la vida de todos los que la rodean: La mía, porque al ocuparme de mis hijos por las mañanas, entro más tarde y regreso tarde, por lo que no disfruto de ellos. La de los abuelos, que deben recoger todos los días a sus nietos y ocuparse de ellos hasta que regreso. Y sobre todo la de los niños, condenados a vernos las dos horas del día dedicadas a baños, cenas, dientes y a dormir.
Al referirse a las amas de casa en el artículo, reconozco cada profesión, cada actividad, cada adjetivo en la figura de MI MADRE. Ése trabajo constante e invisible que hace crecer una sociedad.
Ahora soy madre y trabajadora. Tengo pluriempleo como miles de mujeres. El trabajo relativamente me satisface, pero también me arranca del lado de mis hijos, evapora momentos felices con ellos, q tengo q estirar a lo largo del día con pequeños episodios de felicidad a cuenta gotas. El trabajo es sano y necesario, pero también es necesario un cambio de mentalidad en la sociedad española, dar la oportunidad a las mujeres de poder compaginar sin complejos ni arrepentimientos la falimila con su trabajo.
Desde aquí, miles de aplausos y besos agradecidos a mi madre y a mi hermana.
Con todo el respeto del mundo a su opinión, me parece injusto que eche la "culpa" a su mujer por no haber dado a su segunda hija la oportunidad de disfrutar de su presencia durante los primeros años de su infancia. Si su mujer considera el trabajo en casa como humillante, opinión que, por cierto, no comparto, y Ud. pensaba que la figura de uno de los padres era necesaria en casa, también podría haberse quedado Ud. en casa ejerciendo dicha labor, que tanto admira. Además, por el mismo motivo, me parece doblemente injusto que acuse a su mujer de estar condicionando la vida de toda su familia, como si querer trabajar fuera de casa fuese un deseo egoista por su parte. Las obligaciones de sacar adelante a los hijos son compartidas e igualmente pudiera Ud. asumir el papel que de su mujer exige.
Temas como la remuneración de sus trabajos no los trato por faltarme información, pero si valora tanto la presencia de uno de los padres para la educación de los hijos y, en definitiva, para la vida de toda su familia, seguro que hay una situación factible.
Un saludo.
Querida Susana, entiendo perfectamente las dudas y las objeciones que te plantea mi opinión. He obviado detalles importantes al escribir mi primer post. Detalles tales como que gano lo suficiente como para que mi mujer no tenga que trabajar, o para que busque con todo el tiempo del mundo un trabajo que concilie sus deseos, mis deseos y las necesidades de nuestros hijos. El mayor deseo que tengo es precisamente el que usted subraya: Ejercer la labor que podría hacer mi esposa, labor que me llena de gozo y que realizo en gran parte al mismo tiempo que mi empleo remunerado, ya que suelo levantar a mis hijos, vestirlos, llevarlos al colegio, dejar la casa en condiciones antes de salir, y cuando regreso, me ocupo de preparar su cena, bañarlos, prepara las cosas para el día siguiente... El resto de las tareas las lleva a cabo una interna que viene 2 horas todos los días. Creo que, como mínimo, cumplo mis obligaciones, si no las supero, ya que a cambio de todo esto no recibo nada a cambio: No recibo tiempo para mí, no recibo tiempo para mis hijos, y eso es lo que más me duele.
No he obviado un detalle fundamental: La necesidad casi terapeútica que mi mujer hace ya no de su trabajo, sino de cualquier trabajo REMUNERADO. Una necesidad que deriva de la perdida de confianza que han supuesto varios desastres laborales en los que se ha visto inmersa. Necesita recuperar esa confianza a través del trabajo. Pero esa necesidad deriva en que no rechace trabajos que suponen 4 horas diarias de transporte, horarios terroríficos, trabajo extra en casa, vacaciones no pagadas, ... Y no sólo no las rechaza, sino que se acomoda, y no busca más. Querer trabajar en esas condiciones, me parece egoista. Apoyo plenamente a mi mujer en su voluntad de trabajar, pero insisto en que aproveche la posibilidad de elección que tiene y que no aprovecha.
Podría acogerme a la jornada reducida. Es posible que lo haga cuando agote las vías posibles. Tristemente, en la empresa privada española, al nivel que me estoy moviendo y al que podría aspirar, tengo la práctica certeza de que me van a poner una cruz. Y esa cruz quizás pueda hipotecar parte del futuro de mis hijos. Hay muchos aspectos que sopesar antes de tomar tal decisión, y en ello estoy.
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